Las casualidades no existen…

11 diciembre, 2010


Es duro.

 

Es tremedamente duro tener que enseñar a Inés a poner las manos cuando se cae, entrenar muchas horas su modo postural al sentarse… el «fenotipo» [la expresión] de la discapacidad comienza realmente ahora. Hasta hace bien poco era un bebé que dormía, comía y sonreía [y qué sonrisa!!!]… ahora es cuando me necesita.

En la soledad ante mi diario [mi blog] me pregunto a veces… qué fue! en qué momento y quién decidió que en el viaje de mi vida iba a acompañarme Inés!…

Es una pregunta que no debo hacer… porque la respuesta que obtengo aquí dentro es porque sí, porque mi vida lo requería, ocurrió porque tenía que ocurrir.

No soy víctima, soy protagonista de cada metro que avanzo en mi camino… y aprendo, me moldeo, crezco, emprendo.

Sé [lo sé] que al final todo encajará.

Sigo mi viaje, sigo mis impulsos y disfruto de cada latido del corazón fuerte de Inés. Y me abrigo con el cariño de quien bien me quiere.

 

Gracias por acompañarme, no sabes qué feliz me haces.

 

 

Íñigo Alli

3 Responses to “Las casualidades no existen…”

  1. Jose Iribas Says:

    Alguien diría que sabes hacer poesia de la prosa diaria. Pero es que, Iñigo, tienes una buena musa. O, mejor, dos. Feliz fin de semana!

  2. Juanjo Says:

    Te miro y me veo, te leo y me escucho. Las casualidades no existen, también lo creo. Que Inés ha tenido suerte está ya más que demostrado. Siempre es duro, tú lo sabes, lo sabemos, porque tenemos otros hijos que no nos han hecho fácil precisamente la vida. Hemos de enseñarles todo, pero todo lo aprenden. Recuerdo la primera vez que Betlem, agarrada a un armario, se mantuvo de pie, meneando el culete alante y atrás en un difícil equilibrio que a otros se les supone, ella lo estaba aprendiendo, han de aprenderlo todo, hasta las habilidades que los demás traemos de serie. Mi hija no tiene GPS integrado, pero se sabe el camino al cole perfectamente, podría ir sola, pero a sus 8 años aún me parece pronto para esquivar los imprevistos del tráfico madrileño, pero aprende a hacerlo. A lo mejor no es tan duro, amigo, es gratificante, es supercalifragilísticoexpialidoso. Cada logro, cada éxito, cada vez que el público rompe sus palmas en interminables aplausos después de dos horas de danza en el escenario, cada vez que te reunes ocn los PT y los educadores y te cuentan como avanza, cada vez que aprende una palabra nueva que ya no olvida jamás. Aún no sabe hablar bien, pero se comunica en lengua down, no sabe hacer volteretas pero ya salta a la comba, un exitazo que le cuenta a todo el mundo.

    Si alguien quiere saber lo que es la satisfacción de verdad de un padre, por cada cosa, por cada nimiedad, que hable con un «padre down».

    Te doy las gracias por hacerme ver que no soy el único loco de la colina que está perdidamente enamorado de su ángel. Amor de padre, es un sentimiento especial, es un sentimiento único.

    Me gusta mucho tu sentencia: no soy víctima, soy protagonista de mi camino. En el fondo somos como peregrinos y nuestro camino es nuestra vida, a veces cojeamos, otras subimos, otras bajamos, pero siempre avanzas, no hay vuelta atrás, podrás otear el pasado, lo andado, pero de reojo nunca pierdes de vista el mañana, lo que te queda por andar es lo que te ilusiona a seguir. Lo mejor, encontrar en la senda gente como tú que te acompañe, te comprenda, te apoye y te defienda, aunque sea con todo el poder de la palabra.
    Gracias
    Abrazos
    Juanjo


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